Celestino Martínez Morante, el “Padre Celestino” para todos los que lo
conocieron, se ganó el recuerdo de Puente Genil a base de tesón y buena
voluntad en todas las obras de caridad en las que intervino.
Celestino llegó a Puente Genil a principios de la década de los 50 del
siglo pasado, en plena época de postguerra y con una población necesitada de
amparo en sus necesidades básicas.
Y a ello se puso: promoviendo infinidad de campañas de recolección de
fondos y alimentos para repartir entre los más necesitados, que le hacían
pedir hasta la saciedad a todo aquel vecino que tuviera posibles.
Además de esto, fue el promotor de una gran cantidad de obras que se
estimaban como muy necesarias en Puente Genil y que suponían verdaderas
revoluciones sociales, gracias en parte, a su habilidad para la movilización
de quienes le rodeaban. Se dice que el Padre Celestino sabía como nadie
hacer llegar sus proyectos a los vecinos, sirviéndose en muchas ocasiones de
nombres grandilocuentes para ello, como las denominadas: “operación
ladrillo” para construir viviendas sociales, la “operación desván” para
realizar mercadillos benéficos, “operación clavel”…
Realizó festivales benéficos, sorteos y rifas, impulsó un comedor social
para niños en el colegio Pemán, organizó una campaña de recogida de semillas
de membrillo, desechadas por las fábricas, para venderlas y obtener fondos
para obras benéficas…
También promovió la instalación de una emisora de radio local en la que
daba charlas y cómo no, solicitaba ayuda para realizar sus proyectos
sociales… Se cuenta que el impacto de su programa era tal, que en una
ocasión, tras informar en antena de un grave problema médico, que una vecina
había sufrido durante el parto, se logró traer de Estados Unidos (vía base
militar de Morón de la Frontera) un medicamento que acabó salvando su vida.
A la postre, tanta actividad acabó no sólo en el recuerdo perene de los
que le conocieron, sino también espectaculares frutos, que aún hoy día
continúan, como la construcción de la Iglesia de San José o la Guardería
“Divina Providencia”, ubicada en el edificio donde también se encuentra la
asamblea local de Cruz Roja.
Y todo esto en poco más de una década, que por la huella que ha dejado en
Puente Genil y sus ciudadanos, debió ser de las que hacen escribir crónicas.
Pasado un tiempo y tras haber sido trasladado a otro destino por el
Obispado, fue Celestino el que decidió colgar los hábitos, trasladándose a
Puerto Rico e iniciar una nueva vida de casado.
Murió a los 87 años, no sin antes haber sido homenajeado en vida en “su
pueblo”, al menos de adopción, disfrutando una vez más del cariño de quienes
le conocieron y quienes supieron de él.
|