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Es nuestro edificio más singular y emblemático,
dado que a él se debe el origen y nombre de la Villa, por ser un lugar desde
antiguo vadeable. El puente actual es el producto de distintas
intervenciones a lo largo de la historia.
El primitivo puente de piedra fue cosntruido en
el año 1.589 por el arquitecto cordobés Hernán Ruiz II, autor entre otras
obras de la torre de la Catedral de Córdoba. De ese primitivo puente no
queda nada, a excepción de parte de los sillares y cimentación. Las avenidas
y riadas que sufrió el puente a lo largo de los siglos, ocasionó su ruina lo
que motivó que se edificara otro en el primer tercio del siglo XVIII, bajo
diseño del maestro de obras de la casa ducal de Medinaceli, propietaria del
puente y a la que le correspondian los derechos de pontazgo por el paso de
productos y mercaderías. Por aquel tiempo el puente contaba con puertas para
cerrarlo, sobre la portada del mismo se encontraba el escudo ducal. La ruina
que presentaba el puente hacia los años cuarenta del siglo XIX, sobre todo
en las zonas de madera y la negativa del duque a restaurarlo, motivó que el
Ayuntamiento lo reclamara.
La actual configuración del puente se debe a la
reforma realizada por el ingeniero francés Leopoldo Lemoniez Renault en el
año 1874, colocando el gran arco de la parte de la Puente, ya que los dos
arcos de la parte de Miragenil, se conservaban en buen estado. Después de
esta reforma el puente sufrió tres grandes riadas: la de 1895, 1917 y 1963,
además de otras menos menores. El puente fue restaurado en 1.998. En la
glorieta central que forma se encuentra un monumento a la unión de los dos
pueblos que configuraron el Puente Genil actual y a los hombres y mujeres
que hicieron posible tal unión: dos manos entrelazadas junto con una rama de
olivo.
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